Curso de Instructores del Método Billings

XXVI Encuentro de Mujeres en Bariloche

por Bernardita Lizárraga y Eugenia de Lucchetta
(Tucumán) 

 
Desde el año 2006 concurrimos a los Encuentros Nacionales de Mujeres, mal llamados Encuentros de "autoconvocadas" pues en su mayoría las mujeres son movilizadas por partidos políticos, organismos gubernamentales, universitarios o sindicales, o por instituciones que responden a intereses internacionales contrarios a nuestro ser nacional (entiéndase soberanía política, costumbres y religión, etc.)


De los seis encuentros en los que participamos (éste fue el de menor participación: menos de 5 mil mujeres) es el primero en el que concurrimos al taller de Mujeres, Anticoncepción y Aborto (anteriormente asistimos al taller de Estudio de Género, fundamental para imponer la revolución cultural en la que estamos inmersos).


El taller de Aborto se desenvolvió en un clima de intolerancia permanente, con agresiones verbales y descalificaciones para aquellas que tenemos una postura de respeto al orden natural (diría más, nuestra sola presencia las perturba, pues se les hace patente una Argentina numerosísima, ocultada por los medios masivos de comunicación, que defiende la vida, la familia, la patria y que se pone bajo la protección de Dios para ser lo que Dios quiere que sea).


A pesar de haber fijado de común acuerdo las pautas para un debate respetuoso, éstas eran violadas constantemente por las "pluralistas y democráticas mujeres", que no tienen más argumentos que el grito y la intimidación.


Nuestros argumentos científicos, jurídicos y de sentido común de la experiencia cotidiana fueron expuestos con respeto pero con firmeza, sabiendo que lo que se juega es la vida de miles de niños por nacer; la vida y la salud física y psíquica de miles de mujeres angustiadas (víctimas de la soledad y la ignorancia, en definitiva víctimas de la cultura de la muerte); y tal vez, nuestra continuidad como Nación.


La hipocresía que nos endilgan es en realidad un defecto de su ideología, no pueden demostrar como defienden la vida propiciando el aborto; niegan hasta los argumentos científicos de que se es ser humano desde el momento de la fecundación.


Hablamos mucho de educación sexual, nosotros decimos más propiamente educación integral de la sexualidad, donde pedimos que se respete la patria potestad de los padres para elegir la educación que desean darles a sus hijos. Ellas apuestan todas sus fichas a una educación sexual atravesada por la perspectiva de género que destruya la natural sexualidad y el natural pudor de los educandos y sus padres.


También hablamos de los métodos "anticonceptivos", poniendo de manifiesto con argumentos reales el poder abortivo de algunos y los efectos dañinos en la salud de la mujer, de otros. Destacamos la posibilidad de la planificación natural familiar (cuyo espíritu no es anticonceptivo, sino de promoción familiar), que no produce trastornos en la salud, que habla de la dignidad y del respeto de los cónyuges entre sí y no tiene costo alguno.


Finalmente pedimos la derogación del artículo 86 del Código Penal, que estipula los abortos no punibles.


Todo lo defendido pudo ser puesto en las conclusiones gracias a la tenacidad de las mujeres que participamos, que en esos momentos cruciales no aflojamos y no cedimos a las presiones (Dios bendiga a las mujeres de Buenos Aires, Mendoza, San Luis y San Martín de los Andes con las que compartí el taller y que dieron testimonio de la Verdad)


Finalizadas las conclusiones, nos dirigimos a la Catedral de Bariloche para esperar la marcha con la que acostumbran cerrar los Encuentro. Es una marcha de repudio a la Iglesia y a toda su obra evangelizadora y humanitaria. Es una marcha de agravio al Papa y a sus pastores. Es una marcha contra la Santísima Virgen.


Estando allí se percibe con certeza, en lo más íntimo del corazón, que detrás de las "luchas" está el odio eterno a Cristo, impulsado por el demonio. Ese odio que se revela ante la bondad de Padre que nos dio a su Hijo para redimir a la humanidad.


Nosotros esperamos rezando. Rezamos para desagraviar a Cristo y a su Santísima Madre. Rezamos al Dios de la Misericordia por ellas y por nosotros, por la Iglesia y por la Patria.
¡Quiera Dios que nuestra Patria nunca sea esclavizada por el aborto y la cultura de la muerte!