Curso de Instructores del Método Billings

Cooperación al aborto


El "voto" como cooperación al crimen del aborto

Por Padre Ricardo Mazza

Director del Grupo Pro Vida "Juan Pablo II"

Santa Fe de la Vera Cruz

19 de octubre de 2008

1.-El revuelo político-social en la sociedad norteamericana.

En estos días se produjo un gran revuelo en el Norte de Texas, Estados Unidos, ya que el obispo Kevin Farrell de la Diócesis de Dallas y el obispo Kevin Vann de la Diócesis de Fort Worth dirigiéndose a sus feligreses católicos por distintos medios, han hecho saber que “votar por un candidato que apoya el demonio intrínseco del aborto o el ‘derecho a abortar’ como si fuera esto una alternativa moralmente aceptable, sería como cooperar con el mal”.

Para situarnos en el tema conviene recordar que Barack Obama, candidato demócrata a la presidencia apoya el llamado derecho al aborto, mientras que el senador McCain favorece la anulación de una decisión de la Suprema Corte que protege el derecho al aborto conocida como ‘Roe v. Wade’.

Ante esta forma correcta y valiente de iluminar las conciencias de los fieles por parte de los obispos, algunos católicos están enojados porque argumentan que se hace proselitismo a favor del candidato presidencial republicano, el senador John McCain.

Indudablemente “estos sedicentes maduros católicos” apoyan al candidato que niega la vida a quienes como don de Dios, se gestan en sus madres para en el futuro sentarse a compartir la mesa de sus hermanos estadounidenses.

No deja de ser curiosa la actitud de Obama, conocedor como es de esperar, que en otras épocas se discriminaba a sus hermanos afroamericanos.

En realidad, -cabe reconocer-, es bastante común que por alcanzar el poder, existen candidatos que postulan estas matanzas para alcanzar los sufragios de los ciudadanos proclives al aborto.

Es bastante común, por otro lado, que la actitud de los obispos resulta irritante para aquellos que fácilmente traicionan los principios de su fe para abrazarse a los postulados del dios Moloc, tan presente en las sociedades de nuestros días.

Pero en fin, los pastores, no lo serían de veras, si callaran ante la proximidad del establecimiento de proyectos tan ruines.

2.- ¿Existe el derecho a asesinar al inocente?

Hablar del derecho a abortar es lo mismo que afirmar la presunta bondad de asesinar a un inocente e indefenso que se gesta en el seno de una mujer.

Sabemos que el ser humano por haber sido creado a imagen y semejanza de Dios goza de lo que llamamos los derechos humanos que tienen por cierto sus correlativos deberes.

Estos “derechos” engloban todo aquello que le es debido al hombre para que pueda vivir dignamente como creatura racional, y por lo mismo elevado a la dignidad de hijo de Dios.

Se trata por lo tanto de una exigencia que brota de su misma naturaleza, de su mismo ser, diferente al animal, que por carecer de inteligencia no puede exigir “lo debido”, y al que sólo se le puede reconocer lo que es propio de su naturaleza animal.

Uno de estos derechos del hombre, el primero, es el que reconoce el don de la vida como originario.

Y no podría ser de otra manera, dado que es imposible exigir el respeto de los restantes derechos sino no se resguarda primero el de la vida, del cual tienen su principio los demás.

El “derecho a la vida”, como fácilmente se puede entender, resulta así inviolable, y debe ser respetado por todos.

Correlativo a este derecho existe el deber de respetar la vida del hombre ya que lo que exijo para mí –respeto a “mi vida”- se prolonga en hacer lo mismo en relación con el otro.

De allí que postular un presunto “derecho a abortar” implica apropiarse del papel de dueño de la vida del otro, y por lo tanto pretender poseer la potestad de asesinar al otro con el agravante de ser éste inocente e indefenso.

De allí que resulte totalmente desatinado que algunos jueces –como ha sucedido en Argentina- decidan, fundados en argumentos puramente emocionales, vulnerar el derecho a la vida de los más débiles, cual sucede con los no nacidos. Agravándose esto aún más cuando manipulan maliciosamente las leyes en vigencia, coaccionados por los “colectivos” abortistas.

3.-¿Qué es la cooperación al mal?

Entrando ya a considerar lo expresado en el título de esta nota nos preguntamos, ¿corresponde llamar al sufragio de un ciudadano con la denominación de cooperación al mal?

La alusión al pecado de cooperación al mal por parte del ciudadano que apoya con su sufragio a un candidato abortista, es correctísima, si se la mira desde el punto de vista de la verdad moral que busca defender el derecho a la vida.

Los diversos manuales de la moral católica definen a la cooperación como el concurso físico o moral a la obra de otro. Obviamente nos interesa en este tema que tratamos de esclarecer, no la colaboración en general, sino la que se presta a la obra mala.

Dicho de otra manera la cooperación al mal admite –por una parte- la presencia de alguien que está decidido a realizar el mal, esto es, a pecar; y –por otra parte- la decisión de otra persona que ha resuelto apoyarlo.

Se podría esgrimir que en el caso de la elección de un gobernante se tiene en cuenta “la totalidad de su plataforma” política, y no sólo un punto de la misma, pero hemos de ser contestes en que si existe la decisión en el posible futuro gobernante de conceder el mal llamado “derecho” a matar al inocente, está dando por tierra la presunción de que protegería los otros derechos de la persona humana.

Si no defiende el “derecho a la vida”, ¿garantizará el gobernante la exigencia de los otros derechos?

Lo podemos ver concretamente en nuestra Patria mirando simplemente lo que sucede a nuestro alrededor.

Para poner sólo un ejemplo, ¿habría tanta inoperancia en un Estado de Derecho -como se supone es el nuestro- ante la violencia e inseguridad sufridas permanentemente por los ciudadanos, si se respetara el derecho a la vida?

De hecho, la presencia de proyectos que legitimarían el aborto en nuestra Patria es coherente con una sociedad que sufre las consecuencias de la anomia más cruel, y en la que los ciudadanos sólo atinan a vivir el “sálvese quien pueda”.

4.-¿Cómo se realiza la cooperación al mal por parte del votante?

Supongamos que el votante dijera:”yo voto por tal persona, pero no comparto las intenciones abortistas del candidato”.

Ciertamente estaría colaborando con la intención perversa del elegido.

Y esto porque aunque no comparta sus intenciones abortistas, su sufragio colabora en el triunfo eventual del candidato.

En efecto, el acto de emitir el sufragio favorable al candidato abortista, no es neutro, haciéndose por lo mismo corresponsable con el mal eventualmente ocasionado.

Los moralistas coinciden en que la cooperación se da no sólo al compartir las intenciones malas de quien se apoya, sino también cuando por la naturaleza del acto –el sustento necesario y suficiente que recibe el elegido para triunfar- éste no puede realizarse sin el pecado de la voluntad, al advertir las consecuencias que se siguen de su decisión.

Como se ve, el comportamiento moral del cristiano tiene exigencias que han de ser contempladas a la hora de tomar decisiones de esta índole.

La cooperación al mal que es un pecado contra la caridad, suele abarcar innumerables situaciones en la vida cotidiana del hombre.

Sucede que los cristianos por la ignorancia en la que están encerrados, o por la ligereza con que toman las cosas, no advierten las veces en las que cooperan con terceras personas en la realización de lo malo.

Piensan que al no compartir las malas intenciones del otro, sus “colaboraciones” están exentas de malicia.

Suele ser frecuente, por ejemplo, que se facilite dinero a alguien para abortar, “como una gauchada”, y se piense que no se obra mal por el sólo hecho de no compartir la mala intención del otro.

Todo esto hace ver –una vez más- la necesidad de iluminar las inteligencias para poder actuar desde la fe y no con los criterios del mundo.

In Memoriam: Sor María de Jesús

Semblanza de
Sor Mª de Jesús del Espíritu Santo Fernández Rouco, o.p.

Monasterio de Valdeflores


El día 11 de septiembre del presente año, a la edad de 61 años , nuestra querida hermana Sor Mª Jesús ha pasado de este mundo a la Casa del Padre. Ha participado plenamente en la muerte de Cristo para participar AHORA de su RESURRECCIÓN. VIVE YA CON EL SEÑOR. Así lo creemos y manifestamos los que creemos en Dios-Trinidad que nos dio a su Hijo para, por su muerte y resurrección, salvarnos y hacernos “hijos suyos y hermanos de Cristo” nuestro único Señor.

Sor Mª Jesús había ingresado en esta Comunidad de Dominicas de Valdeflores el año 1967. Era natural de Viveiro y aquí se quedó consagrando su vida al Señor y formando parte de esta Comunidad. Decir algo sobre nuestra hermana Mª Jesús es definirla como una persona totalmente entregada, que ha vivido el servicio a su comunidad con callada abnegación hasta el límite. Su entrega SIEMPRE incondicional e infatigable a los trabajos comunitarios, los que fueran, la caracterizó desde los primeros años de vida religiosa. Quiero dejar constancia de una frase que ella decía de sí misma con total sencillez: “he nacido y vivido para servir”. Era una convicción muy clara en ella.

Recién profesa de votos temporales se la designó como ayudante en el obrador de repostería que tiene esta comunidad. En este oficio permaneció desde entonces hasta el final. Pronto la nombraron encargada principal del mismo, siguiendo así hasta poco antes de morir. Se dio sin límites a la comunidad en este oficio hasta que la rindió la enfermedad, cierto, pero me atrevo a decir más, y sin temor a exagerar: Sor Mª Jesús siguió dándose a su comunidad con exquisita y magnánima generosidad hasta su último aliento. Ya bien enferma la veíamos ávida de servir y ayudar a otras enfermas, de estar cerca de la comunidad, de participar en los actos de Comunidad, incluso cuando el dolor le asomaba a la cara que ella trataba de disimular. Era enemiga de quejarse, mas nosotras advertíamos cómo el dolor le mudaba el rostro y cómo ella trataba de ocultarlo y restarle importancia. Durante los largos años en que estuvo al frente del obrador, en los tiempos fuertes de intensísimo trabajo, ella se quedaba muy frecuentemente hasta altas horas de la mañana, para luego aparecer a las seis de la mañana en el coro con la Comunidad. Jamás se quejó de llevar un oficio tan pesado a nivel físico, y decía muy conscientemente, con sencillez, que era la gracia de Dios, un don de Dios. Así como era enemiga de quejarse, por mal que se encontrara, de la misma manera huía toda ostentación y cualquier forma de aparecer en primera línea. Ella supo vivir en el feliz anonimato de los humildes, supo desaparecer sin que se notara. Lo suyo, como digo al principio, era SERVIR, y SERVIR SIEMPRE. Así se sentía feliz. Era también muy mañosa para la costura, hacía detalles y trabajos de peluche tan perfectos que parecían de fábrica. No sabemos como se las arreglaba para tener un tiempo y hacer estos trabajos que luego ponía de regalo comunitario a las prioras.

Sor Mª Jesús era de pocas palabras y, sin ella pensarlo, quiso dejarnos sus últimas palabras, su última experiencia de amistad con “Su Señor”, su callado seguimiento del paso por esta vida, justo horas antes de irse al cielo. Cuando la procuradora pasaba para la cocina, al anochecer, se acercó a su celda, ya llevaba unos días en cama. No podía tomar nada, decía que le ardía la garganta. Le preguntó si le apetecía un poco de requesón fresquito, y Sor Mª Jesús contestó como pudo: “sí… por los caminos de la paz…”. La procuradora se dio cuenta de que desvariaba un poco y queriendo cerciorarse repitió la pregunta, a lo que ella con dificultad respondió de nuevo: “sí………. pero por los caminos de la paz”. Comprendimos, en efecto, que estaba peor, nos dimos cuenta de que tenía su corazón y su mente en Dios. Pasaron las horas de la noche, y hacia la madrugada, así, con toda lucidez recibió la Santa Unción, porque la vimos muy mal, pero sin pensar que se nos iba “ya”. Al terminar de recibir el Sacramento de la Unción de Enfermos, con toda lucidez, se durmió en el Señor “… por los caminos de la paz”.

Al preparar la Eucaristía de la Liturgia de Difuntos, hemos escogido para la misma los textos que se adaptaban perfectamente a la persona y vida de nuestra Hermana Mª Jesús. Quisimos destacar la lectura del Evangelio con el capítulo 25, 31-40 de S. Mateo. Cierto, creo que podemos decir que éste ha sido su ejemplo de vida que ella vivió generosa y silenciosamente: “… tuve hambre… estuve enfermo…; Cuando con uno de mis hermanos lo hicisteis a mí me lo hicisteis”.

A la presencia de muchos sacerdotes que han venido a concelebrar en su funeral, se unieron nuestros Hermanos Dominicos de A Coruña, el Prior P. Alejandro Pérez, O.P., el P. Alfonso Campomanes, O.P. y P. Juan Antonio Zabalza, O.P.. Estos Hermanos nuestros están muy cerca de nosotros SIEMPRE, compartiendo ahora estos momentos de fe y esperanza en Jesús Resucitado, de igual manera que compartimos también con ellos otros acontecimientos de alegre fraternidad dominicana. En el cementerio, en el momento de enterrarla, nuestros Hermanos de A Coruña cantaron la Salve Dominicana y el O spem miram uniéndose a la Comunidad, que difícilmente puede cantar en esa circunstancia. También han estado presentes y al lado de nuestra Hermana Mª Jesús, sus hermanos y sus dos sobrinas, que se querían muchísimo, -y que ahora sigue queriendo aún más- venidos desde Toledo. Los dos días que la tuvimos con nosotras hasta el entierro, al que asistieron con mucha fortaleza de ánimo, ellos no se han movido de su lado. Los Dominicos Seglares y un grupo de madres de familia jóvenes de nuestro barrio cantaron con nosotras todos los cantos de la celebración de la Eucaristía.

Hoy, cuando han transcurrido 15 días de la partida de nuestra Hermana al Padre, damos gracias a Dios-Trinidad por ella, a la vez que damos gracias también a nuestra Madre de Valdeflores, que ya ha recogido en su regazo a esta hija suya del Monasterio de Dominicas de Valdeflores de Viveiro.


Dominicas de Valdeflores, 25.09.08