Curso de Instructores del Método Billings

Las Antígonas


Por los derechos de la mujer, bien documentadas y sin estridencias
Fuente: Aceprensa, febrero 2019



Cuando años atrás las activistas de Femen comenzaron a copar titulares por su cuestionable manera de protestar contra el “patriarcado” –con el torso desnudo y pintarrajeado–, un grupo de jóvenes francesas les salió al paso con un mensaje bien distinto: el de una feminidad concebida en positivo, con mucho que aportar. “No permitiremos que se entierre la decencia, el sentido común y la dignidad que deben regir las leyes y el desarrollo de nuestra sociedad”.

Son las Antígonas, que toman su nombre de la hija de Edipo, el personaje de la tragedia clásica. Ayer más abocadas a plantar cara al extremismo en la calle –alguna llegó incluso a infiltrarse en las Femen–, las circunstancias de la vida, como el haber tenido hijos, haber emprendido negocios, o haberse mudado a otras ciudades, han llevado a sus fundadoras a reinventar la manera de trabajar en común.

Así lo cuenta Anne Trewby, su presidenta: “Las Antígonas son ahora una red que comparte información, libros, etc., sobre cualquier asunto relacionado con las mujeres. Por norma trabajamos desde casa, escribimos y publicamos artículos y, muy pronto, libros. Cualquiera puede contactar con nosotros por email, compartir sus opiniones y su información, e incluso enviarnos artículos para publicar”.


Comenzaron en 2013…

– Sí. Entonces éramos cinco mujeres jóvenes que compartíamos la opinión de que nuestra sociedad tiene un problema con la feminidad, y que los movimientos feministas contemporáneos no atendían esta cuestión. La prensa se interesó por nosotros porque organizamos una marcha hacia Lavoir Moderne, donde radican las Femen francesas. En esa época, Femen era un gran tema para la prensa.

Así, organizamos conferencias regulares en París, Marsella y Lyon, para tratar de abrir el debate sobre las cuestiones que atañen a las mujeres en general y sobre la situación de las francesas en la actualidad. Nuestro principal objetivo es, de hecho, ofrecer una visión renovada de la mujer y de los asuntos femeninos actuales. El primer paso tenía que ser abrir el debate y formarnos en estos temas. Hoy tenemos un sólido background para enfocar mejor este asunto.

¿En qué sitios están presentes?

–Como expliqué, hemos organizado conferencias durante cinco años en varias ciudades francesas. La mayoría de estos eventos están abiertos a hombres y a mujeres, aunque nuestras publicaciones son de autoría únicamente femenina. Recibimos así miles y miles de mensajes de apoyo, y de mujeres que quieren unirse al grupo, pero en realidad no tenemos un sistema de membresía propiamente dicho. Cualquiera puede venir y participar en el debate, sea quien sea.


Un feminismo diferente

Entiendo que la organización promueve un feminismo de sentido común, y se opone a cierto tipo de feminismo. ¿A cuál?

– Ha habido un debate entre nosotras ¡para dilucidar si nos podemos llamar realmente feministas! La palabra, de hecho, tiene significados muy diferentes según quien esté hablando. La mayoría de las personas solo la asocian con cualquier lucha en favor de las mujeres, sin importar el tipo de lucha de que se trate.

En este sentido, por supuesto, podemos ser definidas como feministas. Reconocemos la igualdad entre los sexos y pedimos medidas políticas a favor de las mujeres víctimas de injusticias; de quienes son vulnerables por ser mujeres. Creemos que tienen un importante papel político, social y económico que desempeñar.

La palabra “feminismo” es realmente bastante reciente. El feminismo es una escuela de pensamiento muy diversa, pero la mayoría de los movimientos comparten un análisis de las causas subyacentes de las cuestiones femeninas que nosotras no compartimos.

El concepto de patriarcado, por ejemplo, implica un análisis marxista de la sociedad con el que no concordamos. Es obvio que en ciertos momentos de la historia y en determinados países, las mujeres han sido oprimidas legal, física y moralmente, pero esa historia de la condición femenina es mucho menos lineal que lo que la mayoría de los movimientos feministas esgrimen. También tenemos cosas en nuestro pasado de las que podemos aprender para ayudar a las mujeres de hoy.

El feminismo francés, por ejemplo, está profundamente enraizado en el trabajo de Simone de Beauvoir, lo que explica el éxito de los estudios de género en Francia (y en EE.UU., donde los movimientos feministas descansan ampliamente en Beauvoir y en los estructuralistas franceses, como Foucault y Derrida). Los seres humanos, como apuntaba Aristóteles, son “criaturas sociales”. Por supuesto, eso significa que la sociedad influye en nuestra manera de ser hombre o mujer. Somos seres de carne y hueso, y ser hombre y ser mujer no es lo mismo. Este hecho fundamental perfila nuestra relación con el mundo.

¡Me gusta la idea de un feminismo “con sentido común”! Nosotras representamos a una cierta escuela de pensamiento no muy difundida en el feminismo, que considera la condición sexuada como algo que nos define como seres humanos, incluso aunque ello no nos determina, ni determina nuestro lugar y posición en la sociedad.

– ¿Habría solo un modo de ser una mujer revindicada y libre? En caso negativo, ¿cuál sería el vuestro?

– Hay muchísimas maneras de ser una mujer libre y realizada. La historia, la literatura, la mitología…, nuestra cultura está llena de ejemplos de mujeres admirables, que dieron maravillosos aportes en muy variados campos.

Es cierto que algunos momentos de la historia fueron injustos para las mujeres. Los movimientos feministas nacieron en un contexto en el que las mujeres eran fuertemente discriminadas. La Revolución francesa, por ejemplo, retrocedió en términos de derechos femeninos. Todo el sistema legal puesto en vigor durante la Revolución y completado por Napoleón con su Código Civil, estaba basado en el sistema legal romano, que como todos sabemos, era terrible para las mujeres.

Durante el siglo XIX, hubo muy pocos ejemplos de participación de las mujeres en la política o las ciencias. Eso no significa que no los hubiera. En otros tiempos y sociedades, quienes curaban eran, por ejemplo, las mujeres. Hay también interesantes figuras de reinas en la historia francesa, que las niñas pueden investigar y tomar como modelos femeninos.


  
Las diferencias sexuales, una bendición

– El movimiento Me Too ha movilizado a millones de mujeres alrededor del mundo. ¿Qué opinión tiene de esa iniciativa?

– Recordemos que el #MeToo es solo un hashtag. Atrajo la atención sobre el acoso sexual y la violencia contra las mujeres, pero no hay nada nuevo en él. Su problema principal es que no nos lleva a ningún análisis sincero: nadie se ha parado a analizar en detalle todas las historias que aparecen en Internet, y el resultado es una enorme mezcla de cosas que son muy diferentes.

Insultar a una mujer es malo, pero no es lo mismo que una violación. Algunos de los comportamientos recriminados deben ser abordados con la ley; otros, a pesar de lo desagradables que puedan ser, son asuntos morales, no políticos. Además, no todas violaciones ocurren en la misma situación. No trabajas para evitar las violaciones por parte de un familiar de la misma manera que lo haces para evitarlo en la calle. El resultado ha sido que no se ha tomado una sola medida seria para combatir la violencia sexual contra las mujeres; [en Francia], apenas una ridícula ley contra el acoso callejero que nunca será puesta en práctica. Eso fue todo.

– ¿Son ustedes un movimiento propositivo?

– Hemos efectuado muchas propuestas, y en áreas muy diferentes. Por supuesto, tenemos un análisis político y filosófico que compartir sobre las mujeres y su papel en la sociedad. Hemos publicado muchos artículos sobre esto, que se pueden consultar en nuestra web.

Queremos que las mujeres sean libres de expresarse completamente como mujeres. La cultura humana está enraizada en la naturaleza. Creemos que las diferencias sexuales deben ser apreciadas como una bendición y respetadas. La feminidad y la masculinidad se relacionan con cosas muy diferentes según los tiempos y los momentos: lo importante es el equilibrio de ambas, sea cual sea la forma en que se expresen.

Los debates y conferencias que organizamos y que he mencionado, nos han llevado a trabajar en numerosas proposiciones de ley. Hemos hecho un análisis de ellas y aportado contrapropuestas. Ahora hemos decidido enfocarnos en publicar nuestras investigaciones y, con regularidad, analizamos asuntos sociales en los medios franceses, como Valeurs Actuelles.

– ¿Cuál es la idea de Las Antígonas acerca de una efectiva igualdad entre mujeres y hombres?

– Una igualdad basada en nuestra humanidad compartida. Como humanos, ambos sexos son iguales en dignidad. Para aquellas que son católicas, como yo, ello significa que somos iguales ante Dios. Como creemos que la justicia y las leyes no son inventadas por el hombre, sino normas no escritas que están en la base de la experiencia humana, y que el objetivo de la ley es descubrirlas y probarlas, la primera creencia significa que para nosotras la igualdad entre hombres y mujeres es la igualdad de derechos.

Pero la igualdad no implica que ambos sexos sean lo mismo. Para preservar la inmensa riqueza de ser dos sexos diferentes, necesitamos dejar de intentar tener el mismo número de mujeres y de hombres en cada área política o económica, y dejar de querer probar desesperadamente cuán parecidos podemos ser.

Reconocer que mujeres y hombres son diferentes también tendría un efecto positivo en la organización social de esas diferencias. Por ejemplo, la brecha salarial entre mujeres y hombres no es cuestión de opresión y patriarcado. La mayoría de los jefes que les pagan menos a las mujeres no lo hacen porque crean que son menos eficientes o inteligentes que los hombres, sino porque ellas quedan embarazadas, no ellos.

La violencia sexual es otro ejemplo de una cuestión más específica de las mujeres. Como es evidente que el hecho de ser mujer crea una vulnerabilidad específica, por su menor fuerza física, por las gestaciones, etc., las leyes deben tener en cuenta estas diferencias para protegerlas mejor.

Hablando claro...



«Si un recién nacido fuese brutalmente desmembrado y asesinado mientras se encuentra plácidamente en la cuna en casa de sus padres, como es lógico todo el país se escandalizaría y pediría una investigación sobre el asesinato. Pero ahora la ley de Nueva York confirma que ese mismo niño, momentos antes de su nacimiento, mientras descansa plácidamente en el vientre de su madre, puede ser hecho pedazos con un fórceps con total impunidad. Y nadie llamará a la policía; más bien parece que ese asesinato sería motivo de celebración»
(Mons. Robert Barron, Obispo Auxiliar de Los Ángeles, a propósito de la aprobación de la ley del aborto en Nueva York el 22 de enero de 2019)

¿Hay existencias humanas menos dignas?



Por Fernando Pascual, L.C.
14 enero de 2019
Fuente:Autores Católicos.org

Cada día nacen miles de hijos. En hospitales o en el propio hogar, con atenciones médicas o sin ellas, acogidos por unos padres que gozan de una buena situación económica o en medio de la pobreza.
Al ver tantas diferencias en ese momento del parto, incluso antes del mismo, hay quienes piensan que algunas existencias humanas son menos dignas, como si hubiera hijos que no deberían haber nacido.
Este modo de pensar surge desde mentalidades que establecen diferencias de “calidad” entre los seres humanos. Aquellos que son concebidos y acogidos en buenas condiciones, merecen ser respetados. Quienes inician su existencia en situaciones difíciles y entre el rechazo de algunos adultos, no son dignos de respeto.

Pensar así implica adoptar una visión discriminatoria. Con el uso de una serie de parámetros, los hijos quedan clasificados en dos grupos: los que superan un test de calidad y de condiciones suficientes para nacer, y los que no. Los primeros serán ayudados y promovidos. Los segundos, si nadie lo remedia, serán marginados, o incluso abortados, bajo pretextos de todo tipo.

Sólo cuando superamos modos de pensar que discriminan, sólo cuando miramos a cada ser humano en su singularidad, seremos capaces de reconocer que la dignidad no depende ni de circunstancias externas, ni de los deseos de los adultos, ni de leyes que permiten el aborto bajo ciertas condiciones.
Un hijo vale simplemente por ser hijo, aunque tenga defectos genéticos, aunque haya iniciado su existencia en condiciones muy difíciles, aunque a su alrededor haya estallado una guerra, aunque existan ideólogos que desprecien a aquellos seres humanos que no tengan una determinada raza, o un sexo concreto, o unos niveles de “perfección” más o menos arbitrarios.

Las sociedades y los pueblos empiezan a ser justos cuando dejan de despreciar a algunos seres humanos por considerarlos “menos dignos”, y cuando promueven el respeto hacia todos, también hacia los más débiles, los más frágiles, los más necesitados.