“(…) si un
católico pública y obstinadamente defiende el derecho civil al aborto,
conociendo lo que la Iglesia oficialmente enseña contra esta legislación,
comete la herejía contemplada en el canon 751 del Código de Derecho Canónico. [Ésto] vale no solo para quien reivindica para sí mismo
un derecho a abortar, sino también para quien lo exige para otros, y también para quien diga
–con falsa distinción– que él no está de acuerdo con el aborto pero no puede
impedir que otro ejerza su derecho, es decir, para quien diga que se limita
a respetarlo. En efecto,
se incurre en herejía con el mero reconocimiento de la existencia de un -falso
e imposible- derecho al aborto, aunque al mismo tiempo afirme que no está de
acuerdo con el hecho de abortar. Es lo que ocurre actualmente con algunos que
creen salvar su catolicismo con esta separación, que lo único que separa es a
ellos de la fe de Cristo”. (P. Miguel Ángel Fuentes IVE)
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