por el Padre Paul Marx, O.S.B., Ph.D.
y
Michael Engler, M.J.
Fuente: www.mariamadrededios.com.ar
Introducción
¿A dónde se han ido todos los sacerdotes? Lamentablemente debemos admitir que miles de sacerdotes no están hoy con nosotros porque fueron abortados en el santuario del vientre materno.
Se estima que por lo menos 5 millones, de las 25 millones de mujeres estadounidenses que han abortado, son católicas. Puesto que uno de cada 1,100 católicos estadounidenses llega a ser sacerdote, podemos estimar que se han abortado 4.545 futuros sacerdotes. Esto nos da un promedio de 91 sacerdotes por cada uno de los 50 estados de EE.UU. Estos sacerdotes hubiesen comenzado a servir en la década de los 90. Sólo Dios sabe cuántas futuras religiosas y hermanos consagrados se hubieran unido a esos sacerdotes que murieron antes de nacer.
Pero el insaciable lobo del aborto está devorando no sólo a futuros sacerdotes y religiosas, sino también a millones de las más pequeñas ovejitas de nuestro redil.
Después de haber estado involucrados en la lucha contra el aborto durante muchos años y de haber visto la explosión de este horrendo crimen en más de 90 países, quisiéramos presentar varias sugerencias a los obispos católicos de EE.UU. y del mundo entero sobre cómo podemos poner fin a la mayor guerra de todos los tiempos, la guerra contra el niño no nacido.
1. Educarnos sobre lo que está pasando con respecto al aborto
Hagámosnos la siguiente pregunta: "¿Qué haría yo si estuvieran matando a millones de personas ya nacidas?" La Iglesia enseña que moralmente no hay ninguna diferencia entre matar a inocentes bebés que no han nacido y matar a otras personas inocentes que ya han nacido..
Debemos educarnos continuamente sobre esta crisis nacional e internacional. Nos puede ayudar mucho en esto el reunirnos con activistas que están al frente de la batalla pro vida y compartir con ellos sobre este asunto. También es muy útil leer los mejores boletines o libros sobre el tema, así como mirar los mejores videos y películas que tratan sobre el aborto.
Es muy importante que los obispos se den cuenta de que la organización llamada Federación Internacional de Planificación de la Familia o IPPF (link to: IPPF) es uno de los peores enemigos de la Iglesia, de la familia, del matrimonio, de la castidad y del niño no nacido. La filial de esta organización en EE.UU. se llama Planned Parenthood Federation of America o PPFA (Paternidad Planificada de EE.UU.). En 1991, los ingresos de la IPPF sumaron más de 76 mil millones de dólares y actualmente opera en más 140 países del mundo.
2. Reconocer la importancia especial del problema del aborto
La falta de justicia social, la mala situación económica de muchas familias y personas, así como muchos otros problemas están relacionados con la causa pro vida, ya que en todos ellos están en juego la dignidad y los derechos de toda persona humana.
Sin embargo, debemos darnos cuenta de que existe una jerarquía de importancia en cuanto a los problemas sociales, es decir, hay algunos asuntos más urgentes que otros y que merecen especial atención, y tal es la destrucción directa de millones de vidas humanas inocentes que no han nacido todavía.
En este contexto hay que comprender que, aunque es muy importante continuar haciendo énfasis en la predicación en los asuntos relacionados con la justicia social y con el problema de la pobreza, en estos tiempos debemos hacer mayor énfasis aún en el problema del aborto y sin diluir este tema en medio de muchos otros problemas importantes. De otro modo, muchos católicos utilizarán el poco énfasis sobre el grave problema del aborto como excusa para no hacer nada por detener la matanza de inocentes niños no nacidos.
3. Cómo lidiar con los políticos proabortistas
Es muy importante que los sacerdotes, las religiosas y los laicos se den cuenta de que el slogan de algunos políticos: "Me opongo personalmente al aborto pero..." es totalmente inaceptable y constituye una hipocresía, lo mismo pasa con el slogan "pro-choice" ("pro opción" o "derecho a escoger"), que no significa otra cosa que "'derecho' a matar".
No debemos tener temor alguno de utilizar los medios al alcance de la diócesis y los dirigentes católicos para identificar a los candidatos proabortistas. La Declaración sobre el aborto procurado de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (link to: La enseñanza de la Iglesia Católica) en el número 22 enseña claramente que ningún cristiano puede apoyar a ninguna ley proaborto, menos aún a aquellos candidatos o políticos que las apoyan.
El pueblo católico debe saber que todo aquel que vote por un candidato proabortista tendrá que rendirle cuentas a Dios el día del Juicio. También tendrán que hacerlo todos aquellos que contribuyan con dinero a las campañas de tales candidatos.
Si hay algún político, sobre todo si es famoso, en la diócesis, sugerimos al obispo que lo invite a conversar personalmente o que lo visite y le presente la causa pro vida, pero armado de todos los datos sobre la vida prenatal. En esa entrevista se le debe advertir al político (más aún si es católico) que no debe votar a favor del aborto.. Seríamos responsables de la muerte de incontables criaturas por nacer si no lo hacemos.
Es un hecho alarmante que en EE.UU. el 41% de los congresistas católicos y el 50% de los senadores católicos votan a favor del aborto. Si todos los congresistas y senadores católicos votaran a favor de la vida, tendríamos una mayoría pro vida en el congreso desde hace años. ¡Cuántas vidas humanas se hubieran salvado!
Es muy importante también, sobre todo para una figura pública como el obispo, no dejarse ver en público con sonrientes políticos proabortistas. De lo contrario el diario local le daría una publicidad desfavorable a la Iglesia Católica y a la causa pro vida.
Tampoco debe el obispo ocupar el asiento de honor en los banquetes donde se honre a notables jueces o políticos proabortistas. Nada desmoraliza más a los ciudadanos pro vida o confunde más a los jóvenes católicos.
Es muy importante también prohibir los funerales católicos para aquellos políticos proabortistas que no se han arrepentido, así como también para los jueces del Tribunal Supremo, los aborteros, las personas que han trabajado en clínicas de aborto y los médicos que han aconsejado a mujeres que se practiquen un aborto o que las han referido a otro médico para que se lo practiquen y que tampoco se hayan arrepentido de este horrendo crimen contra la humanidad. El comportamiento de estas personas impenitentes es tan grave o más aún que el de otras personas que han escandalizado a la comunidad católica y a la sociedad por sus crímenes o por sus graves injusticias.
El obispo tampoco debe promover leyes que podrían permitir ciertos abortos, es decir, leyes que incluyen excepciones a la prohibición del aborto. Es muy importante, en este contexto, escuchar el consejo de los experimentados activistas pro vida que protegen toda vida humana del crimen del aborto.
Invitamos también a los obispos a que se pongan en contacto con los aborteros de sus diócesis, especialmente con los católicos, para instarles a que se arrepientan. La Liga de Acción pro vida de Chicago, por ejemplo, ha convencido a más de cien aborteros o personas que trabajaban con aborteros de que se arrepintieran y de que dejaran de practicar abortos.
4. Educar sobre el derecho canónico en relación al aborto
Es muy importante también educar a toda la diócesis sobre lo que dice el derecho canónico acerca del aborto y de las penas canónicas que acompañan a ese pecado. Donde lo permita el derecho canónico, se debe excomulgar a famosos aborteros católicos y a aquellos que trabajan con Paternidad Planificada en esa área -- hay muchos más de los que pensamos.
Se les debe negar también la Sagrada Comunión a los políticos, aborteros y a todas las demás personas (como las que mencionamos en la sección anterior) involucradas en el aborto y que se niegan a arrepentirse.
Tampoco se les debe permitir a los aborteros trabajar en los hospitales católicos y a los que ya están allí se les deben revocar sus privilegios. Lo contrario constituye un escándalo nacional.
También sería un escándalo que las diócesis hicieran negocio con firmas de abogados que defienden clínicas de abortos y compañías de seguros que los pagan.
Se necesita también asegurarse de que todos los católicos que trabajan en el área de la salud sepan que tienen el derecho y el deber de rehusar tomar parte en los abortos. Se les debe proporcionar defensa legal a aquellos que han sido penalizados por su fidelidad a las enseñanzas de la Iglesia.
5. Hacer un llamamiento a todos los católicos a la acción pro vida dándoles el apoyo necesario
Se deben publicar cartas pastorales llamando a la acción a los fieles católicos y a otras personas de buena voluntad contra el aborto quirúrgico, el infanticidio, la eutanasia, la experimentación con fetos y el uso de sus órganos, el aborto químico (la píldora, el dispositivo intrauterino o DIU, la píldora RU 486, etc.), así como la persecución de los cristianos pro vida por parte de los políticos, la policía, los jueces y los medios de comunicación.
Todos debemos obedecer la Palabra de Dios en Proverbios 24:11 que dice: "Rescata a aquellos que han sido sentenciados a la muerte, no los dejes morir". Invitamos a todos los obispos a que lleven a cabo vigilias de oración frente a las clínicas de aborto, guardando la distancia legal. Los invitamos también a que realicen protestas pacíficas y respetuosas, pero firmes, antes dichas clínicas. Entre 1982 y 1985 el 5% de los aborteros de EE.UU. dejaron de matar a niños no nacidos debido a este tipo de manifestaciones. ¡Imaginen cuantas clínicas de matanza por aborto lograríamos cerrar si los casi 60 millones de católicos de este país realizaran estas actividades!
Los invitamos también a que apoyen moral y legalmente a esas almas valientes que se paran frente a las clínicas de abortos, guardando la distancia legal, para aconsejar a las mujeres que van a abortar de que no maten a su bebé no nacido, para ofrecerles alternativas positivas al aborto y para referirlas a los centros de ayuda a la mujer embarazada, donde las pueden asistir para que continúen con su embarazo y para que den a luz a su bebé.
A propósito de estos centros, es muy importante darles apoyo para que así las mujeres embarazadas en situaciones difíciles puedan recibir albergue, cuidado médico, ropa, alimentos, consejería e incluso ayuda y curación postaborto y el Sacramento de la Confesión, en caso de que hayan caído en este grave error.
También se debe proporcionar asistencia legal y económica a las personas pro vida que son enviadas a la cárcel o que son penalizadas de otras maneras por defender la vida pacíficamente, y que por consecuencia de ello han perdido sus bienes o sus empleos.
Se necesita también exigir la custodia de los cuerpos de todos los bebés abortados para que se les entierre con humanidad. Esos bebés merecen un lugar de reposo que sea más digno que los latones de basura.
6. Estimular a sacerdotes y religiosas a que prediquen y enseñen sobre el crimen del aborto y sobre la defensa de la vida
La predicación y enseñanza sobre este tema tan importante no debe limitarse al mes de Respeto a la Vida que se acostumbra a tener en las parroquias de EE.UU. No, dicha predicación y enseñanza debe hacerse a menudo.
No sólo eso, sino que los sacerdotes y las religiosas deben convertirse en los líderes espirituales y morales del movimiento pro vida -- los laicos deben ser, por lo general, los líderes en la planificación y en la puesta en acción de las estrategias del movimiento pro vida.
7. Fidelidad al Magisterio en la enseñanza pro vida y en los medios de difusión católicos
La enseñanza pro vida debe llevarse a cabo en total fidelidad al Magisterio de la Iglesia. Los que enseñan opiniones contrarias a la doctrina de la Iglesia y rehúsan arrepentirse deben ser expulsados de sus puestos. También se debe prohibir a los oradores proabortistas o pro anticoncepcionistas hablar en las instituciones de la Iglesia.
La total fidelidad al Magisterio incluye la fidelidad a su doctrina sobre la prohibición absoluta del uso de los anticonceptivos y de la esterilización directa, y no sólo del aborto. La práctica anticonceptiva ha sido la que precisamente ha engendrado la mentalidad abortista. De hecho, los principales anticonceptivos son abortivos, al menos parte del tiempo. No podemos cansarnos de enseñar una y otra vez la naturaleza abortiva de la píldora, el dispositivo intrauterino o DIU, la Depo-Provera, el Norplant y otros. Además, ninguna nación en la que el uso de los anticonceptivos se ha generalizado ha logrado impedir la legalización del aborto, incluso a petición. Nuestra experiencia de labor pro vida de muchos años y en muchos países distintos nos ha convencido totalmente de que existe una conexión entre la anticoncepción y el aborto.
La total fidelidad al Magisterio también incluye la revisión, no sólo de la ortodoxia de todas las personas involucradas en la enseñanza, sino también de todos los programas y materiales de las instituciones educativas de la diócesis, desde la catequesis parroquial hasta el seminario. Especial atención merecen los programas de educación sexual, la mayoría de los cuales, lamentamos decir, enseñan, sutil o no tan sutilmente, ideas que socavan la castidad en los niños, así como la autoridad de los padres que, como los primeros y los principales educadores que son de sus hijos, tienen el derecho y el deber de educarlos con respecto a esta área tan delicada y de prohibirle a cualquier institución educativa -- religiosa, pública o de cualquier otra índole -- el enseñar asuntos que están en contra de los valores morales. Todo esto aplica también a la metodología empleada, no sólo al contenido enseñado.
Otras áreas que también ameritan investigación son los cursos de preparación al matrimonio. Es de capital importancia que los futuros contrayentes conozcan la moral sexual católica, la gravedad intrínseca de la anticoncepción y del concubinato, así como la alternativa positiva de la castidad (dentro y fuera del matrimonio) y el uso de los modernos métodos de planificación de la familia cuando los matrimonios tienen motivos graves para espaciar los nacimientos de sus hijos.
Los matrimonios que practican la anticoncepción no deben comulgar sin antes reconciliarse debidamente con Dios por medio del Sacramento de la Confesión. En realidad, ¿cómo pueden esos matrimonios enseñar la castidad y la religión a sus hijos si ellos mismos no las viven?. (Lo mismo habría que preguntarse acerca de los maestros de escuelas católicas que usan anticonceptivos.)
Además de condenar la anticoncepción, se necesita animar a los matrimonios jóvenes a que tengan más hijos para el Señor. Esa es la mejor manera de combatir la crisis vocacional que mencionábamos al principio, crisis que el mismo aborto ha hecho más grave.
Es de suma importancia, desde todos los niveles educativos, incluyendo el púlpito, promover la indispensable virtud de la castidad. Hay que buscar a los teólogos ortodoxos más creativos para que analicen en términos modernos este aspecto de la virtud cardenal de la templanza.
Es muy importante también oponerse al feminismo proabrotista, lamentablemente infiltrado también entre las filas de religiosas y otras personas que enseñan religión en las diócesis o que dirigen los departamentos de educación religiosa.
La organización que más se dedica a socavar la doctrina pro vida de la Iglesia Católica, dentro de la propia Iglesia, es el grupo apóstata llamado "Católicas por el Derecho a Decidir". Este grupo tiene su sede en Washington, D.C., pero se ha extendido por todo EE.UU. y gran parte de América Latina (link to: Católicas por el Derecho a Decidir). Les pedimos a todos los obispos que desenmascaren a cualquier miembro de este grupo que esté infiltrada en su diócesis o en su estado o país y que emitan comunicados urgentes aclarando al público, sobre todo a los católicos, sobre los objetivos, estrategias y falsos argumentos de esta organización, así como sobre su total incompatibilidad con respecto a la doctrina de la Iglesia Católica.
La Organización Nacional de Mujeres en EE.UU. o NOW, dominada por lesbianas y feministas extremistas, constituye menos del 1% de las mujeres norteamericanas, sin embargo, ejercen una fuerte influencia en todo el país a favor del aborto, la anticoncepción, el feminismo antifamilia y otros males.
Pensemos en los 14 millones de mujeres del Consejo Nacional de Mujeres Católicas en EE.UU., algunas de las cuales, lamentablemente, no están muy activas en la causa pro vida o, incluso, duele decirlo, están a favor del "derecho" a escoger. Les pedimos a los obispos que les lancen un reto a esta organización (o a cualquier otra organización de su estado o país), para que se organicen y sean defensoras marianas del Cristo que vive en ese niño por nacer.
En este contexto es muy importante defender a la mujer (y a los niños) de todo tipo de maltrato masculino y del machismo, que tanto sufrimiento causa a la mujer, la cual muchas veces desesperada y resentida cae en el feminismo equivocado y e el aborto por culpa del hombre.
En este sentido es muy importante también promover una auténtica visión de la mujer y su maternidad (y sus otras cualidades), del hombre, del matrimonio y de la familia. El respeto por la mujer como persona y no su maltrato como objeto sexual o de consumo es uno de los factores que más contribuye a la causa pro vida y de la propia mujer.
También se necesita encomendar a los mejores psicólogos el análisis de la verdadera naturaleza del amor, de la continencia como una expresión de amor y de la naturaleza de la castidad dentro del matrimonio.
Es importante también iniciar cursos sobre los asuntos pro vida en las escuelas secundarias católicas, en las universidades católicas y en los seminarios. Coloque maestros que estén convencidos de que se debe luchar contra todos los males antivida y antifamilia, desde la anticoncepción hasta la eutanasia.
Invitamos también a los obispos a que patrocinen la formación de grupos pro vida católicos en las escuelas secundarias y en las universidades no católicas, donde miles de estudiantes católicos son seducidos por las enseñanzas proabortistas.
Las publicaciones católicas de la diócesis constituyen otro indispensable medio para la causa pro vida. Hay que empezar por revisar su ortodoxia. También se necesita examinar cómo estos medios reportan los asuntos relacionados con la vida humana y la familia y si les dan suficiente cobertura, incluyendo apropiadas fotos, editoriales y un llamamiento a la acción para defender la vida, como por ejemplo, escribir cartas al editor del periódico secular local y contestar la propaganda proabortista.
En esto de lidiar con los medios de comunicación social seculares, sugerimos que de eso se encargue un sacerdote, religiosa o laico para que defienda al niño por nacer como vocero o vocera del obispo ante dichos medios.
8. Necesidad de fondos para la causa pro vida
Siendo la causa pro vida la más urgente e importante de las causas sociales, se necesita darle prioridad a la hora de distribuir los fondos de la diócesis. La Comisión de Justicia y Paz de la diócesis, por ejemplo, es un canal adecuado para el suministro de fondos para sufragar los gastos de la preparación de efectivos materiales pro vida, tales como folletos, videos, pancartas, audiocintas, etc. También se necesitan fondos para establecer y mantener centros de ayuda a la mujer embarazada en situaciones difíciles, albergues para estas mujeres cuando sea necesario, consejería, reconciliación y curación postaborto, etc.
9. Oración, Adoración eucarística y reparación por el pecado del aborto
Debemos orar diariamente para obtener de Dios la sabiduría y la fortaleza necesarias, porque seguramente Satanás nos atacará por defender a los niños no nacidos y a sus madres del aborto.
Es lamentable pero cierto que el aborto surgió cuando desapareció de las parroquias la Adoración Eucarística. Se necesita restaurarla en toda su intensidad. Satanás no puede permanecer demasiado tiempo en un área donde Jesús es adorado en el Santísimo Sacramento del Altar. En una ciudad de California el centro de abortos cerró después de haber sido restaurada la Adoración.
Sugerimos que los obispos lancen un programa intenso de oración y ayuno en hogares, parroquias, colegios, etc., especialmente durante la cuaresma, para suplicar a Dios la gracia y el valor en esta época en que hay "tinieblas sobre la nación" (Lucas 23:44).
Sugerimos también la organización de servicios públicos de reparación a Dios y para pedir Su ayuda. La Procesión y Misa de Reparación por el pecado del aborto podría llevarse a cabo cada 28 de diciembre durante la Solemnidad de los Santos Inocentes.
10. Ecumenismo pro vida
Por último, sugerimos que todo obispo invite a sus hermanos ortodoxos y evangélicos y a todas las personas de buena voluntad a marchar a favor de la vida en Washington, D.C. alguna vez en la vida durante el 22 de diciembre, fecha en la se recuerda el aniversario de la infame decisión del Tribunal Supremo de EE.UU. en la cual se legalizó el aborto a petición durante los nueve meses del embarazo.
Los servicios de oración ecuménicos también son una buena oportunidad para promover la auténtica unidad entre los cristianos y para combatir el aborto y promover la vida.
Conclusión
Hemos hecho estas sugerencias a nuestros pastores los obispos en un espíritu de servicio y amor. Colocamos a su disposición todos los recursos, materiales y experiencia que el Señor le ha permitido tener a Human Life International y a Vida Humana Internacional.
Dios bendiga su labor pastoral a favor de la vida.
* El Padre Marx es fundador y director ejecutivo de Human Life International. Michael Engler es un experimentado activista pro vida del Estado de California y colaborador de Human Life International.
Introducción
¿A dónde se han ido todos los sacerdotes? Lamentablemente debemos admitir que miles de sacerdotes no están hoy con nosotros porque fueron abortados en el santuario del vientre materno.
Se estima que por lo menos 5 millones, de las 25 millones de mujeres estadounidenses que han abortado, son católicas. Puesto que uno de cada 1,100 católicos estadounidenses llega a ser sacerdote, podemos estimar que se han abortado 4.545 futuros sacerdotes. Esto nos da un promedio de 91 sacerdotes por cada uno de los 50 estados de EE.UU. Estos sacerdotes hubiesen comenzado a servir en la década de los 90. Sólo Dios sabe cuántas futuras religiosas y hermanos consagrados se hubieran unido a esos sacerdotes que murieron antes de nacer.
Pero el insaciable lobo del aborto está devorando no sólo a futuros sacerdotes y religiosas, sino también a millones de las más pequeñas ovejitas de nuestro redil.
Después de haber estado involucrados en la lucha contra el aborto durante muchos años y de haber visto la explosión de este horrendo crimen en más de 90 países, quisiéramos presentar varias sugerencias a los obispos católicos de EE.UU. y del mundo entero sobre cómo podemos poner fin a la mayor guerra de todos los tiempos, la guerra contra el niño no nacido.
1. Educarnos sobre lo que está pasando con respecto al aborto
Hagámosnos la siguiente pregunta: "¿Qué haría yo si estuvieran matando a millones de personas ya nacidas?" La Iglesia enseña que moralmente no hay ninguna diferencia entre matar a inocentes bebés que no han nacido y matar a otras personas inocentes que ya han nacido..
Debemos educarnos continuamente sobre esta crisis nacional e internacional. Nos puede ayudar mucho en esto el reunirnos con activistas que están al frente de la batalla pro vida y compartir con ellos sobre este asunto. También es muy útil leer los mejores boletines o libros sobre el tema, así como mirar los mejores videos y películas que tratan sobre el aborto.
Es muy importante que los obispos se den cuenta de que la organización llamada Federación Internacional de Planificación de la Familia o IPPF (link to: IPPF) es uno de los peores enemigos de la Iglesia, de la familia, del matrimonio, de la castidad y del niño no nacido. La filial de esta organización en EE.UU. se llama Planned Parenthood Federation of America o PPFA (Paternidad Planificada de EE.UU.). En 1991, los ingresos de la IPPF sumaron más de 76 mil millones de dólares y actualmente opera en más 140 países del mundo.
2. Reconocer la importancia especial del problema del aborto
La falta de justicia social, la mala situación económica de muchas familias y personas, así como muchos otros problemas están relacionados con la causa pro vida, ya que en todos ellos están en juego la dignidad y los derechos de toda persona humana.
Sin embargo, debemos darnos cuenta de que existe una jerarquía de importancia en cuanto a los problemas sociales, es decir, hay algunos asuntos más urgentes que otros y que merecen especial atención, y tal es la destrucción directa de millones de vidas humanas inocentes que no han nacido todavía.
En este contexto hay que comprender que, aunque es muy importante continuar haciendo énfasis en la predicación en los asuntos relacionados con la justicia social y con el problema de la pobreza, en estos tiempos debemos hacer mayor énfasis aún en el problema del aborto y sin diluir este tema en medio de muchos otros problemas importantes. De otro modo, muchos católicos utilizarán el poco énfasis sobre el grave problema del aborto como excusa para no hacer nada por detener la matanza de inocentes niños no nacidos.
3. Cómo lidiar con los políticos proabortistas
Es muy importante que los sacerdotes, las religiosas y los laicos se den cuenta de que el slogan de algunos políticos: "Me opongo personalmente al aborto pero..." es totalmente inaceptable y constituye una hipocresía, lo mismo pasa con el slogan "pro-choice" ("pro opción" o "derecho a escoger"), que no significa otra cosa que "'derecho' a matar".
No debemos tener temor alguno de utilizar los medios al alcance de la diócesis y los dirigentes católicos para identificar a los candidatos proabortistas. La Declaración sobre el aborto procurado de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (link to: La enseñanza de la Iglesia Católica) en el número 22 enseña claramente que ningún cristiano puede apoyar a ninguna ley proaborto, menos aún a aquellos candidatos o políticos que las apoyan.
El pueblo católico debe saber que todo aquel que vote por un candidato proabortista tendrá que rendirle cuentas a Dios el día del Juicio. También tendrán que hacerlo todos aquellos que contribuyan con dinero a las campañas de tales candidatos.
Si hay algún político, sobre todo si es famoso, en la diócesis, sugerimos al obispo que lo invite a conversar personalmente o que lo visite y le presente la causa pro vida, pero armado de todos los datos sobre la vida prenatal. En esa entrevista se le debe advertir al político (más aún si es católico) que no debe votar a favor del aborto.. Seríamos responsables de la muerte de incontables criaturas por nacer si no lo hacemos.
Es un hecho alarmante que en EE.UU. el 41% de los congresistas católicos y el 50% de los senadores católicos votan a favor del aborto. Si todos los congresistas y senadores católicos votaran a favor de la vida, tendríamos una mayoría pro vida en el congreso desde hace años. ¡Cuántas vidas humanas se hubieran salvado!
Es muy importante también, sobre todo para una figura pública como el obispo, no dejarse ver en público con sonrientes políticos proabortistas. De lo contrario el diario local le daría una publicidad desfavorable a la Iglesia Católica y a la causa pro vida.
Tampoco debe el obispo ocupar el asiento de honor en los banquetes donde se honre a notables jueces o políticos proabortistas. Nada desmoraliza más a los ciudadanos pro vida o confunde más a los jóvenes católicos.
Es muy importante también prohibir los funerales católicos para aquellos políticos proabortistas que no se han arrepentido, así como también para los jueces del Tribunal Supremo, los aborteros, las personas que han trabajado en clínicas de aborto y los médicos que han aconsejado a mujeres que se practiquen un aborto o que las han referido a otro médico para que se lo practiquen y que tampoco se hayan arrepentido de este horrendo crimen contra la humanidad. El comportamiento de estas personas impenitentes es tan grave o más aún que el de otras personas que han escandalizado a la comunidad católica y a la sociedad por sus crímenes o por sus graves injusticias.
El obispo tampoco debe promover leyes que podrían permitir ciertos abortos, es decir, leyes que incluyen excepciones a la prohibición del aborto. Es muy importante, en este contexto, escuchar el consejo de los experimentados activistas pro vida que protegen toda vida humana del crimen del aborto.
Invitamos también a los obispos a que se pongan en contacto con los aborteros de sus diócesis, especialmente con los católicos, para instarles a que se arrepientan. La Liga de Acción pro vida de Chicago, por ejemplo, ha convencido a más de cien aborteros o personas que trabajaban con aborteros de que se arrepintieran y de que dejaran de practicar abortos.
4. Educar sobre el derecho canónico en relación al aborto
Es muy importante también educar a toda la diócesis sobre lo que dice el derecho canónico acerca del aborto y de las penas canónicas que acompañan a ese pecado. Donde lo permita el derecho canónico, se debe excomulgar a famosos aborteros católicos y a aquellos que trabajan con Paternidad Planificada en esa área -- hay muchos más de los que pensamos.
Se les debe negar también la Sagrada Comunión a los políticos, aborteros y a todas las demás personas (como las que mencionamos en la sección anterior) involucradas en el aborto y que se niegan a arrepentirse.
Tampoco se les debe permitir a los aborteros trabajar en los hospitales católicos y a los que ya están allí se les deben revocar sus privilegios. Lo contrario constituye un escándalo nacional.
También sería un escándalo que las diócesis hicieran negocio con firmas de abogados que defienden clínicas de abortos y compañías de seguros que los pagan.
Se necesita también asegurarse de que todos los católicos que trabajan en el área de la salud sepan que tienen el derecho y el deber de rehusar tomar parte en los abortos. Se les debe proporcionar defensa legal a aquellos que han sido penalizados por su fidelidad a las enseñanzas de la Iglesia.
5. Hacer un llamamiento a todos los católicos a la acción pro vida dándoles el apoyo necesario
Se deben publicar cartas pastorales llamando a la acción a los fieles católicos y a otras personas de buena voluntad contra el aborto quirúrgico, el infanticidio, la eutanasia, la experimentación con fetos y el uso de sus órganos, el aborto químico (la píldora, el dispositivo intrauterino o DIU, la píldora RU 486, etc.), así como la persecución de los cristianos pro vida por parte de los políticos, la policía, los jueces y los medios de comunicación.
Todos debemos obedecer la Palabra de Dios en Proverbios 24:11 que dice: "Rescata a aquellos que han sido sentenciados a la muerte, no los dejes morir". Invitamos a todos los obispos a que lleven a cabo vigilias de oración frente a las clínicas de aborto, guardando la distancia legal. Los invitamos también a que realicen protestas pacíficas y respetuosas, pero firmes, antes dichas clínicas. Entre 1982 y 1985 el 5% de los aborteros de EE.UU. dejaron de matar a niños no nacidos debido a este tipo de manifestaciones. ¡Imaginen cuantas clínicas de matanza por aborto lograríamos cerrar si los casi 60 millones de católicos de este país realizaran estas actividades!
Los invitamos también a que apoyen moral y legalmente a esas almas valientes que se paran frente a las clínicas de abortos, guardando la distancia legal, para aconsejar a las mujeres que van a abortar de que no maten a su bebé no nacido, para ofrecerles alternativas positivas al aborto y para referirlas a los centros de ayuda a la mujer embarazada, donde las pueden asistir para que continúen con su embarazo y para que den a luz a su bebé.
A propósito de estos centros, es muy importante darles apoyo para que así las mujeres embarazadas en situaciones difíciles puedan recibir albergue, cuidado médico, ropa, alimentos, consejería e incluso ayuda y curación postaborto y el Sacramento de la Confesión, en caso de que hayan caído en este grave error.
También se debe proporcionar asistencia legal y económica a las personas pro vida que son enviadas a la cárcel o que son penalizadas de otras maneras por defender la vida pacíficamente, y que por consecuencia de ello han perdido sus bienes o sus empleos.
Se necesita también exigir la custodia de los cuerpos de todos los bebés abortados para que se les entierre con humanidad. Esos bebés merecen un lugar de reposo que sea más digno que los latones de basura.
6. Estimular a sacerdotes y religiosas a que prediquen y enseñen sobre el crimen del aborto y sobre la defensa de la vida
La predicación y enseñanza sobre este tema tan importante no debe limitarse al mes de Respeto a la Vida que se acostumbra a tener en las parroquias de EE.UU. No, dicha predicación y enseñanza debe hacerse a menudo.
No sólo eso, sino que los sacerdotes y las religiosas deben convertirse en los líderes espirituales y morales del movimiento pro vida -- los laicos deben ser, por lo general, los líderes en la planificación y en la puesta en acción de las estrategias del movimiento pro vida.
7. Fidelidad al Magisterio en la enseñanza pro vida y en los medios de difusión católicos
La enseñanza pro vida debe llevarse a cabo en total fidelidad al Magisterio de la Iglesia. Los que enseñan opiniones contrarias a la doctrina de la Iglesia y rehúsan arrepentirse deben ser expulsados de sus puestos. También se debe prohibir a los oradores proabortistas o pro anticoncepcionistas hablar en las instituciones de la Iglesia.
La total fidelidad al Magisterio incluye la fidelidad a su doctrina sobre la prohibición absoluta del uso de los anticonceptivos y de la esterilización directa, y no sólo del aborto. La práctica anticonceptiva ha sido la que precisamente ha engendrado la mentalidad abortista. De hecho, los principales anticonceptivos son abortivos, al menos parte del tiempo. No podemos cansarnos de enseñar una y otra vez la naturaleza abortiva de la píldora, el dispositivo intrauterino o DIU, la Depo-Provera, el Norplant y otros. Además, ninguna nación en la que el uso de los anticonceptivos se ha generalizado ha logrado impedir la legalización del aborto, incluso a petición. Nuestra experiencia de labor pro vida de muchos años y en muchos países distintos nos ha convencido totalmente de que existe una conexión entre la anticoncepción y el aborto.
La total fidelidad al Magisterio también incluye la revisión, no sólo de la ortodoxia de todas las personas involucradas en la enseñanza, sino también de todos los programas y materiales de las instituciones educativas de la diócesis, desde la catequesis parroquial hasta el seminario. Especial atención merecen los programas de educación sexual, la mayoría de los cuales, lamentamos decir, enseñan, sutil o no tan sutilmente, ideas que socavan la castidad en los niños, así como la autoridad de los padres que, como los primeros y los principales educadores que son de sus hijos, tienen el derecho y el deber de educarlos con respecto a esta área tan delicada y de prohibirle a cualquier institución educativa -- religiosa, pública o de cualquier otra índole -- el enseñar asuntos que están en contra de los valores morales. Todo esto aplica también a la metodología empleada, no sólo al contenido enseñado.
Otras áreas que también ameritan investigación son los cursos de preparación al matrimonio. Es de capital importancia que los futuros contrayentes conozcan la moral sexual católica, la gravedad intrínseca de la anticoncepción y del concubinato, así como la alternativa positiva de la castidad (dentro y fuera del matrimonio) y el uso de los modernos métodos de planificación de la familia cuando los matrimonios tienen motivos graves para espaciar los nacimientos de sus hijos.
Los matrimonios que practican la anticoncepción no deben comulgar sin antes reconciliarse debidamente con Dios por medio del Sacramento de la Confesión. En realidad, ¿cómo pueden esos matrimonios enseñar la castidad y la religión a sus hijos si ellos mismos no las viven?. (Lo mismo habría que preguntarse acerca de los maestros de escuelas católicas que usan anticonceptivos.)
Además de condenar la anticoncepción, se necesita animar a los matrimonios jóvenes a que tengan más hijos para el Señor. Esa es la mejor manera de combatir la crisis vocacional que mencionábamos al principio, crisis que el mismo aborto ha hecho más grave.
Es de suma importancia, desde todos los niveles educativos, incluyendo el púlpito, promover la indispensable virtud de la castidad. Hay que buscar a los teólogos ortodoxos más creativos para que analicen en términos modernos este aspecto de la virtud cardenal de la templanza.
Es muy importante también oponerse al feminismo proabrotista, lamentablemente infiltrado también entre las filas de religiosas y otras personas que enseñan religión en las diócesis o que dirigen los departamentos de educación religiosa.
La organización que más se dedica a socavar la doctrina pro vida de la Iglesia Católica, dentro de la propia Iglesia, es el grupo apóstata llamado "Católicas por el Derecho a Decidir". Este grupo tiene su sede en Washington, D.C., pero se ha extendido por todo EE.UU. y gran parte de América Latina (link to: Católicas por el Derecho a Decidir). Les pedimos a todos los obispos que desenmascaren a cualquier miembro de este grupo que esté infiltrada en su diócesis o en su estado o país y que emitan comunicados urgentes aclarando al público, sobre todo a los católicos, sobre los objetivos, estrategias y falsos argumentos de esta organización, así como sobre su total incompatibilidad con respecto a la doctrina de la Iglesia Católica.
La Organización Nacional de Mujeres en EE.UU. o NOW, dominada por lesbianas y feministas extremistas, constituye menos del 1% de las mujeres norteamericanas, sin embargo, ejercen una fuerte influencia en todo el país a favor del aborto, la anticoncepción, el feminismo antifamilia y otros males.
Pensemos en los 14 millones de mujeres del Consejo Nacional de Mujeres Católicas en EE.UU., algunas de las cuales, lamentablemente, no están muy activas en la causa pro vida o, incluso, duele decirlo, están a favor del "derecho" a escoger. Les pedimos a los obispos que les lancen un reto a esta organización (o a cualquier otra organización de su estado o país), para que se organicen y sean defensoras marianas del Cristo que vive en ese niño por nacer.
En este contexto es muy importante defender a la mujer (y a los niños) de todo tipo de maltrato masculino y del machismo, que tanto sufrimiento causa a la mujer, la cual muchas veces desesperada y resentida cae en el feminismo equivocado y e el aborto por culpa del hombre.
En este sentido es muy importante también promover una auténtica visión de la mujer y su maternidad (y sus otras cualidades), del hombre, del matrimonio y de la familia. El respeto por la mujer como persona y no su maltrato como objeto sexual o de consumo es uno de los factores que más contribuye a la causa pro vida y de la propia mujer.
También se necesita encomendar a los mejores psicólogos el análisis de la verdadera naturaleza del amor, de la continencia como una expresión de amor y de la naturaleza de la castidad dentro del matrimonio.
Es importante también iniciar cursos sobre los asuntos pro vida en las escuelas secundarias católicas, en las universidades católicas y en los seminarios. Coloque maestros que estén convencidos de que se debe luchar contra todos los males antivida y antifamilia, desde la anticoncepción hasta la eutanasia.
Invitamos también a los obispos a que patrocinen la formación de grupos pro vida católicos en las escuelas secundarias y en las universidades no católicas, donde miles de estudiantes católicos son seducidos por las enseñanzas proabortistas.
Las publicaciones católicas de la diócesis constituyen otro indispensable medio para la causa pro vida. Hay que empezar por revisar su ortodoxia. También se necesita examinar cómo estos medios reportan los asuntos relacionados con la vida humana y la familia y si les dan suficiente cobertura, incluyendo apropiadas fotos, editoriales y un llamamiento a la acción para defender la vida, como por ejemplo, escribir cartas al editor del periódico secular local y contestar la propaganda proabortista.
En esto de lidiar con los medios de comunicación social seculares, sugerimos que de eso se encargue un sacerdote, religiosa o laico para que defienda al niño por nacer como vocero o vocera del obispo ante dichos medios.
8. Necesidad de fondos para la causa pro vida
Siendo la causa pro vida la más urgente e importante de las causas sociales, se necesita darle prioridad a la hora de distribuir los fondos de la diócesis. La Comisión de Justicia y Paz de la diócesis, por ejemplo, es un canal adecuado para el suministro de fondos para sufragar los gastos de la preparación de efectivos materiales pro vida, tales como folletos, videos, pancartas, audiocintas, etc. También se necesitan fondos para establecer y mantener centros de ayuda a la mujer embarazada en situaciones difíciles, albergues para estas mujeres cuando sea necesario, consejería, reconciliación y curación postaborto, etc.
9. Oración, Adoración eucarística y reparación por el pecado del aborto
Debemos orar diariamente para obtener de Dios la sabiduría y la fortaleza necesarias, porque seguramente Satanás nos atacará por defender a los niños no nacidos y a sus madres del aborto.
Es lamentable pero cierto que el aborto surgió cuando desapareció de las parroquias la Adoración Eucarística. Se necesita restaurarla en toda su intensidad. Satanás no puede permanecer demasiado tiempo en un área donde Jesús es adorado en el Santísimo Sacramento del Altar. En una ciudad de California el centro de abortos cerró después de haber sido restaurada la Adoración.
Sugerimos que los obispos lancen un programa intenso de oración y ayuno en hogares, parroquias, colegios, etc., especialmente durante la cuaresma, para suplicar a Dios la gracia y el valor en esta época en que hay "tinieblas sobre la nación" (Lucas 23:44).
Sugerimos también la organización de servicios públicos de reparación a Dios y para pedir Su ayuda. La Procesión y Misa de Reparación por el pecado del aborto podría llevarse a cabo cada 28 de diciembre durante la Solemnidad de los Santos Inocentes.
10. Ecumenismo pro vida
Por último, sugerimos que todo obispo invite a sus hermanos ortodoxos y evangélicos y a todas las personas de buena voluntad a marchar a favor de la vida en Washington, D.C. alguna vez en la vida durante el 22 de diciembre, fecha en la se recuerda el aniversario de la infame decisión del Tribunal Supremo de EE.UU. en la cual se legalizó el aborto a petición durante los nueve meses del embarazo.
Los servicios de oración ecuménicos también son una buena oportunidad para promover la auténtica unidad entre los cristianos y para combatir el aborto y promover la vida.
Conclusión
Hemos hecho estas sugerencias a nuestros pastores los obispos en un espíritu de servicio y amor. Colocamos a su disposición todos los recursos, materiales y experiencia que el Señor le ha permitido tener a Human Life International y a Vida Humana Internacional.
Dios bendiga su labor pastoral a favor de la vida.
* El Padre Marx es fundador y director ejecutivo de Human Life International. Michael Engler es un experimentado activista pro vida del Estado de California y colaborador de Human Life International.
1 comentario:
Nuestro amigo David nos escribe y sugiere, muy atinadamente, que el punto número 9 debería ser el número 1. Si queremos de verdad que se obtengan frutos, lo primero es la oración. A propósito, nos invita a leer este artículo:
http://corazoneucaristicodejesus.blogspot.com/2009/10/estamos-muy-ocupados-pues-mas-tiempo-de.html
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