La experiencia de los educadores de los afectos
por José Antonio Méndez
Fuente: Alfa & Omega
por José Antonio Méndez
Fuente: Alfa & Omega
Encuentre las cinco diferencias entre estas dos frases:
«El objetivo educativo es conocer formas alternativas de relación sexual a la penetración, y que no tengan necesariamente como fin el logro del orgasmo, diversificando el intercambio corporal»
y
«El objetivo educativo es intentar ayudar a unos adolescentes a saber quiénes son realmente, a saber que la sexualidad es distinto que el sexo, que nuestra misión es conocernos a nosotros mismos, que se nos conoce por nuestras acciones».
¿Las ha encontrado ya? Pues bien, la primera frase queda recogida en una Guía de educación sexual financiada por la Junta de Andalucía, mientras que la segunda es del psicólogo don Jaime Serrada, que imparte talleres de educación integral de la persona (incluida la educación sexual) en diferentes centros educativos. Dos formas de entender la formación de los adolescentes, que ponen de manifiesto que los planes de educación sexual planeados por el Gobierno no responden a las necesidades de los menores, sino a una obsesión ideológica que deforma la conciencia de los alumnos.
Ávidos de referencias
Serrada es uno de los profesionales que imparten las sesiones del programa Storyboarding, con el que la Fundación Gift and Task recorre los centros educativos españoles, «para mostrar a los adolescentes una visión de la persona basada en una antropología adecuada», combinando técnicas cinematográficas, la proyección de fragmentos de películas, la creación de personajes y las enseñanzas de Juan Pablo II en torno al amor, la sexualidad y las relaciones humanas.
Ávidos de referencias
Serrada es uno de los profesionales que imparten las sesiones del programa Storyboarding, con el que la Fundación Gift and Task recorre los centros educativos españoles, «para mostrar a los adolescentes una visión de la persona basada en una antropología adecuada», combinando técnicas cinematográficas, la proyección de fragmentos de películas, la creación de personajes y las enseñanzas de Juan Pablo II en torno al amor, la sexualidad y las relaciones humanas.
A lo largo de varias sesiones, impartidas en semanas alternas, «vamos iluminando la experiencia de los adolescentes, para que lleguen a entender que los hombres y las mujeres somos seres de acción, y, por tanto, la forma en la que actuamos, también a la hora de vivir la sexualidad, nos va configurando y no es algo inocuo». Y reconoce que los menores están ávidos por escuchar a alguien que los oriente en una forma de entender la vida y las relaciones con el otro sexo de un modo que va más allá de la genitalidad: «Tras un mes trabajando con un grupo de adolescentes sobre el enamoramiento, la amistad o la sexualidad, siento que me han permitido ser, por un corto espacio de tiempo, un referente para ellos en estos aspectos tan vitales que tantas inquietudes les suscitan».
Felicidad frente a preservativos
Quizá alguien piense que las preguntas que lanzan los adolescentes, a la hora de hablar del sexo y del amor, versan sobre cómo ponerse un preservativo o, si nos atenemos a los contenidos de cierto programas de educación sexual, cómo se masturba una mujer. Sin embargo, Serrada desmonta el tópico: «En el aula, releo en alto sus propias preguntas, escritas en un cuestionario. Y una vez más, risas, hipótesis sobre quién ha preguntado eso o demandas urgentes para conocer la respuesta: ¿Cómo sabes que un chico que te gusta te quiere de verdad?; ¿Es lo mismo amar que estar enamorado?; ¿Cuándo un amigo se convierte en algo más?... Al ir poco a poco desgranando, a través de las escenas de algunas películas, y, sobre todo, a su propia experiencia, qué significa e implica querer a otro, o para qué sirve el enamoramiento, veo cabezas que asienten, y en sus caras una expectación creciente que anima a llevarles al punto en el que se puedan despertar a una realidad que no se muestra en la televisión. Una realidad que han experimentado, pero que pocas veces han sabido interpretar con la luz adecuada. Desde que el enamoramiento es afectivo, no electivo, y que no es la verdad del amor, pasando por que para construir una relación de amor, ya sea de pareja o de amistad, hace falta tiempo y acciones concretas que lo lleven a cabo, y llegando a que la felicidad no es un estado subjetivo, sino una llamada a vivir en comunión con otros».
Eso es, de hecho, lo que más les llama la atención a los adolescentes: el amor, no los preservativos. Ni siquiera se quedan en las actividades de Storyboarding, por más que les resulten entretenidas –construyen sus propios personajes de película e incluso graban un corto–: «Cuando escarbas un poco más –explica–, descubres que, a lo mejor, no pueden expresar con tus palabras aquello que querías transmitir, pero sí son capaces de verbalizar lo que les ayudó: Que la sexualidad es distinto que el sexo, que todo el mundo quiere ser feliz, que se nos conoce por nuestras acciones, que nuestra misión no lo que desde los Ministerios y las Consejerías se les quiere inculcar". Y si éstas son sus demandas, como concluye Serrada, ¿quién puede permitir que no descubran, porque a lo mejor nadie se lo mostrará jamás, lo que les hace realmente felices?
La llamada educación afectivo-sexual promovida por el Ministerio de Educación, según reconocen las Guías financiadas por algunas Comunidades Autónomas, se basa en tres ejes: experimentación sexual sin límites, sexo con preservativo o sin penetración, y deseo compartido y ganas de satisfacerlo. Incluso se muestra a los menores artículos de sex-shop. Sin embargo, la experiencia de educadores como el psicólogo don Jaime Serrada demuestra que el verdadero interés de los adolescentes no está en los preservativos, sino en el amor, en una sexualidad integrada en la persona y en una forma de entender la vida en la que no son considerados meros copuladores en potencia. Buscan, en resumen, aquello de lo que nadie les habla.
La llamada educación afectivo-sexual promovida por el Ministerio de Educación, según reconocen las Guías financiadas por algunas Comunidades Autónomas, se basa en tres ejes: experimentación sexual sin límites, sexo con preservativo o sin penetración, y deseo compartido y ganas de satisfacerlo. Incluso se muestra a los menores artículos de sex-shop. Sin embargo, la experiencia de educadores como el psicólogo don Jaime Serrada demuestra que el verdadero interés de los adolescentes no está en los preservativos, sino en el amor, en una sexualidad integrada en la persona y en una forma de entender la vida en la que no son considerados meros copuladores en potencia. Buscan, en resumen, aquello de lo que nadie les habla.
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