por Luis Fernando Pérez Bustamante
Fuente: InfoCatólica
En 1990 se hizo pública la Constitución Apostólica “Ex corde ecclesiae” del beato Juan Pablo II, Papa. El texto empezaba asegurando que “nacida del corazón de la Iglesia, la Universidad Católica se inserta en el curso de la tradición que remonta al origen mismo de la Universidad como institución, y se ha revelado siempre como un centro incomparable de creatividad y de irradiación del saber para el bien de la humanidad".
Para el Papa polaco “es un honor y una responsabilidad de la Universidad Católica consagrarse sin reservas a la causa de la verdad. Es ésta su manera de servir, al mismo tiempo, a la dignidad del hombre y a la causa de la Iglesia". Y tras mucho abundar en loas y explicaciones sobre la relación entre la universidad y el mundo, Juan Pablo II señaló algo que parte del sentido común. A saber, que para que una universidad sea católica, tiene que ser fiel a la Iglesia:
De esta estrecha relación con la Iglesia derivan, como consecuencia, la fidelidad de la Universidad, como institución, al mensaje cristiano, y el reconocimiento y adhesión a la Autoridad magisterial de la Iglesia en materia de fe y de moral. Los miembros católicos de la Comunidad universitaria, a su vez, están también llamados a una fidelidad personal a la Iglesia, con todo lo que esto comporta.
Sin embargo, en Estados Unidos hay bastantes universidades católicas que desconocen a propósito lo que significa la palabra fidelidad a la Iglesia y muchos menos el concepto de adhesión al magisterio. A pesar de lo cual, el Secretariado de Educación de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos publicó recientemente un “Informe final sobre los 10 años de revisión de la aplicación de Ex Corde Ecclesiae” en el país norteamericano. ¿En qué consiste dicho informe? Según nos cuentan desde The Catholic World Report (CWR), se trata de una página autocomplaciente, trivial, que alaba el “diálogo permanente” y el “espíritu de colaboración”, pero que no explica nada, absolutamente nada, sobre la situación real de la educación superior católica en la nación norteamericana.
Y a continuación CWR da una lista de ejemplos de cuál es esa situación. Sin ir más lejos en el tiempo, este mes ha visto como 12 campus universitarios católicos eran escenario de la representación de “Los monólogos de la vagina”, obra escrita por la feminista estadounidense Eve Ensler. Ahorro a mis lectores la descripción exacta de algunos de esos monólogos. Baste saber que en algunos se aboga por las relaciones entre adultos y adolescentes, en otros por las relaciones homosexuales y, faltaría más, hay textos a favor del aborto.
Hay también universidades católicas que conceden créditos a sus alumnos por prestar sus servicios en clínicas de la multinacional abortista Planned Parenthood. Los portavoces del derecho al aborto y el matrimonio homosexual son invitados a pronunciar discursos y conferencias. El último caso se dio el pasado 15 de febrero en el Providence College, que organizó una conferencia a cargo del senador Sheldon Whitehouse, que ha votado siempre a favor del aborto.
La ideología de género y la agenda del lobby gay, faltaría más, también empiezan a encontrar su lugar en esas universidades “católicas". La Universidad de Nuestra Señora del Lago en San Antonio, Texas, se ha convertido en el primer centro católico en revisar sus normas para “proteger” a los estudiantes, profesores y personal de la universidad que hayan optado por cambia de sexo. Y el semestre pasado docenas de campus católicos organizaron el “Mes de la Concienciación gay” y el “Día de la salida del armario”, en el que se animaba a los jóvenes a mostrar abiertamente su condición homosexual.
CWR indica que no parece probable que hubiera mucho entendimiento y colaboración entre la Universidad católica y el arzobispo de San Francisco, dado el hecho de que el centro universitario ha nombrado como jefe del departamento de teología y estudios religiosos a Vincent Pizzuto. Es un señor “ordenado” sacerdote en el 2006 por la Celtic Christian Church, que obviamente no es una “iglesia” en comunión con Roma. ¿Y a qué se dedica Pizzuto? Pues a celebrar bodas religiosas homosexuales y a escribir libros sobre la supuesta homofobia y misoginia en la Iglesia Católica. Como ven ustedes, es el candidato ideal para ser el responsable de la enseñanza teológica en una universidad católica. Cabe preguntarse como se concilia tal hecho con lo que el Papa pidió en Ex Corde Ecclesiae.
Si piensan que han visto lo peor, se equivocan. Peter Singer, filósofo australiano que aboga directamente por legalizar el infanticidio siguiendo el modelo de la Antigua Grecia fue invitado por la Universidad de Fordham a un ciclo de conferencias que llevaba su nombre.
No es de extrañar que desde el Catholic World Report se hable del “mundo orweilliano de la educación católica” en los Estados Unidos. Si los obispos de ese país se conforman con un informe de unos cuantos párrafos que dice que las cosas han mejorado, parece evidente que nada cambiará. Algunos pastores ya han decidido plantar cara a esos engendros de universidades, pero es necesaria una acción decidida y conjunta, por la que se pida a Roma que haga con esos centros lo mismo que ha hecho con la universidad rebelde de Lima, Perú. Si no quieren ser fieles a la Iglesia, que dejen de llamarse católicos. Y si son propiedad de la Iglesia, ésta tiene que entrar a saco para limpiar de basura los campus, la dirección y el profesorado.
Cuando lo que está en juego es la formación de miles y miles de jóvenes católicos y no católicos que acuden a esas universidades, no se puede tapar el sol con un dedo ni mirar a otro lado. Quien tenga autoridad, que la ejerza. Si no la ejerce, que deje paso a quienes sí quieran ejercerla. De nada vale que un Papa publique una constitución apostólica si luego muchos obispos se mofan de la misma permitiendo que se haga exactamente lo contrario. Ayer escribí un post pidiendo que se extirpe a los perversos de entre nosotros. No es solo perverso el que practica el pecado de forma pública y escandalosa. Lo es también el que promueve, enseña y consiente la promoción del pecado. Y si el que admite tal cosa es un pastor, habrá que rogar al Señor que proteja a su rebaño.
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