Cuando la Ideología se impone a la realidad
por Pedro U. Rodríguez Martínez
Fuente: www.millonxmexico.org
por Pedro U. Rodríguez Martínez
Fuente: www.millonxmexico.org
19 de Mayo de 2009.
Alguna vez leí una definición de ideología, la que a mi parecer, refleja de manera clara lo que ocurre no sólo en el ámbito de la política y la economía, también se da en los demás campos de la vida social: “Las ideologías no son otra cosa que caricaturas de la realidad”.
Alguna vez leí una definición de ideología, la que a mi parecer, refleja de manera clara lo que ocurre no sólo en el ámbito de la política y la economía, también se da en los demás campos de la vida social: “Las ideologías no son otra cosa que caricaturas de la realidad”.
Ejemplos de lo anterior sobran, y van desde la ideología nazi que pretendía imponer el criterio de “raza superior” lo que justificaba la persecución y asesinato de millones de judíos, gitanos, negros, latinos y todo aquello que no concordara con su caricatura de realidad. O el caso de la ideología marxista, la que es aún hoy seguida por algunos (afortunadamente ya no muchos) intelectuales, gobernantes y caudillos, a pesar de la manifestación de su fracaso ante la realidad.
De manera similar ocurre con la ideología de género que rechaza las evidentes manifestaciones de la naturaleza humana y pretende encasillar toda diferencia hombre – mujer en una pretendida “construcción social”, llegando al extremo de pretender la existencia de una multiplicidad de géneros que no existen en la realidad, sino en su ideología que caricaturiza lo evidente.
El colmo de estas desviaciones intelectuales en aras de la ideología se da en las hoy dolidas abortistas, autodenominadas “las libres”, “free choice”, “católicas por el derecho a decidir”, entre otras denominaciones que pretenden ocultar bajo el nombre de la libertad, su rechazo a la vida y el deseo de imponer en nuestro país la cultura de la muerte.
La muestra de estas locuras ideológicas está en las palabras del presidente de un “partido” que habla de democracia social, quien pide al gobernador que vete dicha ley, bajo el argumento de que: “al aprobar la modificación constitucional se deja de lado la aplicación de la norma 046 y el uso de métodos anticonceptivos, como lo es la píldora de emergencia y la inseminación in vitro”.
Para empezar la inseminación in vitro no es un método anticonceptivo y al señalar a la píldora de emergencia, reconoce lo que desde hace mucho han negado, que esta píldora es efectivamente abortiva. De la norma 046 ya habrá tiempo de hablar en otro artículo.
Otra muestra de estas torceduras de la realidad para que quepan en la ideología se da en un desplegado firmado por diversas ONG’s bajo la responsabilidad de Ángeles López García, quienes se preguntan: “¿A partir de cuándo se cuenta ahora la edad de una persona? ¿Van a cobrar el doble de salario las obreras embarazadas? Porque están trabajando dos personas, según la Constitución. O ¿es explotación infantil? ¿Cuál es ahora la población de Guanajuato?”
Nada más de leer tantas barrabasadas, que para ellas y bajo el manto de la ideología tienen mucho sentido, dan ganas de carcajearse, si no fuera un tema tan serio que tiene que ver con el derecho más importante de todo ser humano y sin el cual pierden sentido todos los demás.
Ante todas estas preguntas que se hacen y que ni vale la pena responder, me gustaría agregar una que conviene reflexionar. ¿Por qué toda mujer que sabe que está embarazada (y ésto seguramente se sabe desde mucho antes de las 12 semanas que sus sesudas cavilaciones les han hecho creer) deja de fumar, tomar medicamentos o beber alcohol, lo cual no ocurre cuando se trata de un barro, una verruga o un quiste? La respuesta es muy simple: porque al realizar estas acciones se pone en riesgo la salud del ser humano que vive en su vientre, aunque a ellas no les afecte de ninguna forma o hasta les haga sentirse bien, como en el caso de tomar una aspirina por un dolor de cabeza.
Esto manifiesta una realidad que no tiene nada que ver con la ideología, ni está cobijada en ningún tipo de prejuicio, es sólo responder a la naturaleza humana y al sentido común. Porque se trata de un cuerpo distinto al propio, de una vida distinta a la personal y de un ser humano que depende de la madre, pero que no es ella. De modo que si ella pretende deshacerse de un barro, la verruga o el quiste, está en todo derecho a hacerlo; si desea cortarse una pierna, hacerse una liposucción o sacarse un ojo, muy su cuerpo y su decisión, aquí está en todo derecho para ejercer la libertad sobre el propio cuerpo. Lo que no ocurre tratándose de otro ser que posee hasta características genéticas distintas a la suya.
Pero como la ideología manda, como la agenda abortista está sobre la propia realidad, es preciso llegar a estas locuras. Por ello la pregunta inicial, ¿enloquecieron al mirar cómo la cultura de la vida va tomando sentido y ven perdido lo que consideraban su bastión en la lucha contra el mal encarnado en los defensores de la vida? En verdad que las virtudes se han vuelto locas, como afirmara mi admirado Chesterton. Ahora resulta que el asesino, el malo, el agresor, es el que defiende la vida humana y el bueno es el que asesina en el vientre materno.
Yo más bien creo que así son, y si la realidad no cuadra con su ideología, pues peor para la realidad, como afirmara otro de estos desquiciados, hace ya algunos ayeres. ¡Qué cosas! ¿No cree usted?
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