Curso de Instructores del Método Billings

Corrientes en Bioética


Descripción de las cuatro corrientes

por Mons. Elio Sgreccia



Ética descriptiva y modelo sociobiológico

Fundamenta la norma ética basándose en los hechos lo que da como resultado la relativización de los valores y normas. Lo representa la orientación sociológico-historicista y se trata de una propuesta de ética puramente descriptiva. Según esta perspectiva, la sociedad en evolución produce y cambia los valores y las normas. El sociologismo de M. Weber, de H. J. Heinsenk y E. O. Wilson, propone que así como el cosmos y las diversas formas de vida en el mundo han evolucionado, así también las sociedades evolucionan y los valores morales deben cambiar. En las condiciones evolutivas actuales, se deberá pensar un nuevo sistema de valores.

La adopción de este modelo comportaría no sólo dar por demostrado el evolucionismo, sino asumir también como supuesto el "reduccionismo", la reducción del hombre a un momento historicista y naturalista del cosmos. Esta visión comporta el relativismo de cualquier ética, una ideología en la que no es posible reconocer alguna unidad estable y la universalidad de los valores. Así incluso los delitos más atroces de la historia serían delitos sólo para nosotros, y sería inútil el esfuerzo por definir los "derechos humanos.

La selección de las cualidades más idóneas para el progreso de la especie, llevaría a justificar el eugenismo. En esta corriente de pensamiento se comprueba la identificación entre el hecho es en sí mismo verdad y el hecho es en sí mismo bueno. Hay que pensar que, si el hombre sigue siendo hombre, y el bien y el mal no son conmutables entre sí; luego entonces, la muerte, el dolor, la sed de verdad, la solidaridad y la libertad no son elaboraciones culturales, sino hechos y valores que acompañan al hombre.

El modelo subjetivista o liberal-radical

Muchas corrientes de pensamiento desembocan hoy en el subjetivismo moral: el neo-iluminismo, el liberalismo ético, el existencialismo nihilista, el cientificismo neopositivista, el emotivismo, el decisionismo. La propuesta principal de todas estas corrientes es que la moral no se puede fundamentar ni en los hechos, ni en los valores objetivos, sino sólo en la "opción" autónoma del sujeto, o sea de la imposibilidad de conocer los valores es lícito lo que se quiere y acepta como libremente querido, y que no lesiona la libertad ajena.

En esta visión algo hay de verdad, pero no toda la verdad del hombre, ni siquiera toda la verdad de la libertad. Ejemplos de este esquema de pensamiento son la liberalización del aborto; la libre elección del sexo, adulto que se desee imperiosamente "cambiar de sexo", la libertad para buscar la fecundación extracorporal, la libertad para investigar, la libertad de decidir sobre el momento de la muerte. Se trata de una "liberación de vínculos y coacciones’ y no de una libertad para un proyecto de vida.
Marcuse reclamaba tres nuevas libertades: la libertad del trabajo, porque el trabajo esclaviza a la actividad humana; la libertad de la familia, porque la familia esclaviza a la afectividad del hombre; y la libertad de la ética, porque ésta asignaría a la mente del hombre unos fines y éstos limitarían la libertad misma de elección.

Todo acto libre supone en realidad la vida, la vida viene antes que la libertad, la libertad supone el que se sea y se exista "para" un proyecto de vida. Cuando la libertad se dirige contra la vida, se destruye; cuando niega la responsabilidad de la opción, se reduce a fuerza. La responsabilidad que nace dentro de la libertad y que es apoyada por la razón, es ante todo interior.
Aunque en realidad se trata de renunciar a la fundamentación de la moral especialmente respecto de quien no goza de autonomía moral (como el embrión y el moirbundo), el liberalismo ético ha terminado por deslizarse hacia la legitimación de la violencia y de la ley del más fuerte.

El modelo pragmático-utilitarista

A través de este modelo se llega a la elaboración de varias fórmulas de "ética pública", muy difundida en las países anglosajones , que acaba por ser una especie de subjetivismo de la mayoría. El común denominador es el rechazo de la metafísica y la desconfianza consiguiente respecto del pensamiento de poder alcanzar una verdad universal, una norma válida para todos en el plano moral.

El principio básico es el cálculo de las consecuencias de la acción con base costo-beneficio, ese principio no puede ser aplicado de manera última y fundamental "sopesando" bienes no homogéneos entre sí. Hume, reducía a la evaluación grato-desagradable del individuo y al precepto de maximizar el placer, minimizar el dolor y ampliar la esfera de las libertades personales.

Se elabora el concepto ‘calidad de vida’ que algunos contraponen el concepto de sacralidad de la vida. Incluso se han propuesto diversas fórmulas para evaluar la eficacia y la utilidad de los cuidados o incluso la conveniencia de comprometer recursos económicos en el cuidado de ciertas enfermedades. Estas fórmulas al confrontar los factores que no son homogéneos (salud y productividad; terapia y disponibilidad de fondos) acaban por sancionar la suspensión de las terapias.

Para suavizar el utilitarismo se ha intentado introducir algunas reglas de beneficencia más amplia, como el concepto de la equidad o de la asistencia mínima, pero no sirven para anular una situación de relativismo y de carencia de un fundamento que verifique la norma.

En este campo de la búsqueda de la felicidad y de la calidad de vida, se llega a reducir la categoría de persona a la de mero ser que siente y da como consecuencia:

a) que no se tome en consideración la protección de los intereses de los individuos "insensibles" en coma vegetativo.

b) que se justifique la eliminación de los individuos que sienten, pero cuyo sufrimiento supera al placer, o de los individuos que provocan a los demás cuantitativamente más dolor (discapacitados).

c) que se justifiquen las intervenciones que suprimen incluso la vida humana con tal de suprimir únicamente el sufrimiento.(aborto eugenésico y eutanasia).

El contractualismo, criterio del acuerdo intersubjetivo estipulado por al comunidad,como el que valgan menos todos aquellos que no forman parte todavía de la comunidad (embriones).

La ética fenomenológica, M. Scheler y N. Hartmann, muestra una apertura a los valores éticos, sin embargo éstos están fundamentados en el nivel emotivo sobre la subjetividad emocional, y no puede aspirar a tener validez universal.La ética formal de los bienes, es la exigencia formal y universal de los valores, se hace realidad en los actos de evaluación dictados por las circunstancias, fundamentada en un sentido racional y universal, pero dictada por la evaluación subjetiva.

La teoría de la comunicación propone como base del consenso social la comunicación.Las normas que hay que justificar deben ser capaces de obtener el consenso sobre sus consecuencias previsibles para todos los interesados.

El modelo personalista

Históricamente se puede hablar de personalismo con una triple significación:

Personalismo relacional, el personalismo hermenéutico y el personalismo ontológico. En el significado relacional-comunicativo se subraya sobre todo el valor de la subjetividad y de la relación intersubjetiva. En el significado hermenéutico se enfatiza el papel de la conciencia subjetiva al interpretar. En el significado ontológico, se quiere subrayar que el fundamento de la misma subjetividad estriba en una existencia y una esencia constitutiva en la unidad cuerpo-espíritu.

La persona es entendida como ens ratione praeditum (ente dotado de razón) Boecio (sustancia individual de naturaleza racional). En el hombre, la personalidad subsiste en la individualidad constituida por un cuerpo animado y estructurado por un espíritu. El hombre es persona porque es el único ser capaz de reflexionar sobre sí mismo, de autodeterminarse. Es el que tiene la capacidad de captar y descubrir el sentido de las cosas, el sentido de expresiones y su lenguaje consciente. La persona humana es una unidad, un todo, y no sólo parte de un todo.

Desde el momento de la concepción hasta la muerte, en cualquier situación de sufrimiento o de salud, es la persona humana el punto de referencia y de medida entre lo lícito y lo ilícito.

No hay que confundir al personalismo al que nos referimos con el individualismo subjetivista, concepción en la que se subraya, casi como constitutivo único de la persona, la capacidad de autodecisión y de elección.

El personalismo clásico de tipo realista y tomista es un estatuto objetivo y existencial (ontológico) de la persona. La persona es ante todo un cuerpo espiritualizado, un espíritu encarnado, que vale por lo que es y no sólo por las opciones que lleva a cabo.

El personalismo realista ve en la persona una unidad, el valor ético de un acto deberá ser considerado bajo el perfil subjetivo de la intencionalidad, pero también en su contenido objetivo y en las consecuencias. Si un cirujano involuntariamente no estuviera atento a una intervención difícil y peligrosa, a la que siguiera la muerte de la persona, subjetivamente podría no ser culpable; pero la objetividad de la pérdida de una vida humana sigue siendo un hecho que debe determinar el esfuerzo del cirujano para en lo sucesivo no distraerse. En el momento del juicio íntimo, prevalece la evaluación de la subjetividad; pero en el momento normativo y deontológico prevalece el valor.





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